miércoles, 13 de junio de 2012

El origen de los hámsters.


El descubrimiento de los hámsters es relativamente cercano en el tiempo: los primeros fueron descubiertos por un zoólogo británico en los alrededores de Siria, en 1839, aunque la ciencia los ignoró hasta bien entrado el siglo XX, cuando varios ejemplares fueron criados con éxito en la Universidad de Jerusalén. En concreto, se atribuye a George Waterhouse el hallazgo del primer hámster dorado, cuya piel fue expuesta en un museo británico con más pena que gloria. En 1930, el profesor Aharoni, zoólogo de la Universidad de Jerusalén, se topó con nuevos miembros de la especie, nuevamente en un desierto sirio. Él se encargó de transportarlos hasta su ciudad de origen, así como de organizar la cría en cautividad de los que sobrevivieron (que sólo fueron tres) y en un año ya contaban con 1.000 ejemplares.
Actualmente, los hámsters son mascotas muy comunes: su pequeño tamaño, su pelo liso, la ausencia de cola, los ojos saltones, su docilidad, su aspecto simpático,… Son además animales muy sociables y fáciles de cuidar, aunque hay algunos aspectos relacionados con el alojamiento y la alimentación que conviene conocer.

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