viernes, 23 de marzo de 2012

Morirse de risa

¡Por fin es sábado! Has sobrevivido a la semana. Cinco exámenes, tres trabajos entregados, dos exposiciones y sigues vivo. Con un poco de cansancio y un par de hematomas de los golpes que te has dado el lunes por la mañana al entrar en clase más dormido que despierto, (¿a quién se le ocurriría la brillante idea del horario intensivo 8:30 - 14:00?) pero vivo al fin y al cabo. Para la semana siguiente tienes que hacer otros cinco exámenes, entregar otros tres trabajos, preparar veinte exposiciones y construir una aeronave para que la profesora te suba (o no) 0,00000001 en la nota final y a ti no se te ocurre otra cosa que irte de cañas. Porque sí. Porque llevas toda la semana tirándote de los pelos y te mereces un descansito, a pesar de que sabes que el domingo te tirarás aún más fuerte y que maldecirás a Dios por haberte permitido irte de cañas el día anterior. Pero vas. Y qué bien que te lo pasas. Vamos, para morirse de risa…

Y es que en realidad sí podemos morir de risa. De esto que te empiezas a reír y no paras, y no paras, y sigues, y sigues, y no paras, y así hasta que tus amigos te miran con cara de "tío, para ya", y aún sigues un ratito. Hasta que, de repente, puedes estirarte de nuevo y poner cara de persona normal. Y la vida sigue. Pero, ¿qué pasa si no puedes parar? Una risa ininterrumpida durante un largo periodo de tiempo puede ocasionar la muerte por asfixia, ataque al corazón, apoplejía y otras causas varias. Así nos lo demuestra la historia con más de un caso de hilaridad fatal (sí, es una traducción cutre del inglés fatal hilarity, aim sorri).

Por ejemplo, el filósofo griego Crisipo (el nombre por sí solo ya causa hilaridad fatal) murió de risa después de darle de beber vino a su burro, y ver como el animal intentaba alimentarse con unos ficus. Como un filósofo normal, vamos.
La señorita Fitzherbert sufrió un ataque de risa mientras presenciaba la obra The Beggar's Opera. Cuando Charles Bannister apareció en escena como Peachum, ella tuvo un ataque de risa incontrolable tan fuerte que la tuvieron que sacar del teatro. Continuó riéndose en forma continua durante toda la noche y falleció a la mañana siguiente. Ya podía ser graciosa la ópera, sí señor.

TOTAL, que vigiléis vuestros momentos de diversión, no queréis terminar como Fitzherbert o nuestro amigo Crisipo, ¿verdad? ¡Buenas noches a todos y dulces sueños!

PD (dirigida a I. Mojardín/A.Soto): No sabía muy bien dónde colocar esta entrada, así que decidí poner "CMC" y "Filosofía" como etiquetas, ya que se trata de un tema científico con implicaciones sociales.

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